De todos los monstruos existentes en el imaginario colectivo del hombre occidental, es la sirena el que me parece más temible y, si alguien tiene la paciencia para verificarlo, también el más implacable, es decir, que yo conozca, no hay relato alguno, salvo la Odisea en el que un marinero haya sido capaz de no sucumbir ante el canto de tan hermosa criatura. Pero Odiseo no era un marinero, él era un héroe, "más prudente que Zeus", hijo de Laertes, caro a Atenea y, aunque odiado a muerte por Poseidón, el rey de toda Ítaca, esposo de Penélope, en pocas palabras, todo un hombre, con al menos dos diosas enamoradas de él.
Mi historia es por eso muy distinta y su final, aunque todavía no escrito, pinta muy mal para mi personaje principal, un simple y pobre marinero, un marinero que busca fortuna y aventura, un marin que quizás en sus años mozos jugó demasiado con las temibles gemelas Locura y Muerte pero que aún conserva algo de buen sino y salud. Salió de Eubea hace poco más de un año, es aún joven y decidió hacerse a la mar por amor y pobreza, el muy ingenuo piensa que en el mar se hará de riquezas y después podrá volver a Eubea a desposar a cualquier dama.
Si volvemos al marcador esté sería sirenas mil, marineros cero, esto lo sabe perfectamente mi marinero, Morfeo no le ha sido indulgente y por las noches le es muy difícil conciliar el sueño, razón por la cual le es cara la mar, el arrullo de Océano y las historias de Homero y Hesíodo contadas por los viejos siempre han menguado su insomnio, en dichos relatos el marinero ha escuchado del Escila y Carbidis, de la Hydra de Lerma y de las terribles sirenas, aquellas "criaturas de largos cabellos ondulados como las olas, de cara de luna y de senos admirables y redondos y duros cual guijarros marinos", conocía la astucia de Odiseo con sus oídos encerados, ha mantenido los ojos abiertos ante el mar, siempre negro el ponto euxino recorre las cícladas de Oeste a Este, quiere llegar a Anatolía o Creta, ricas en oro, queridas por Hades.
Mi marinero no es un hombre prudente, mucho menos culto, desconoce los ritos sagrados y reniega de sus ancestros, carece de fe. A mi marinero le cuesta mucho trabajo creer en cualquier cosa y desea verlo todo por sí mismo, de vez en cuando siente que lo sabe todo, iluso.
Dentro de las infinitas cosas que mi marinero desconoce hay un texto de Kafka llamado "El Silencio de Las Sirenas" y no tiene por qué, fué escrito dos mil años después de su muerte.Yo por el contrario siempre he profesado predilección por dicho autor y por ése escrito en particular (como puede apreciarse en éste post). En dicho texto Franz Kafka describe "el arma terrible de las sirenas", su silencio, si mi marinero hubiese conocido dicha obra sabría que no hay salvación, que si te encuentra una sirena vas a caer sea como sea, que sus cadenas, su mástil y su cera son inútiles, también lo es rezar.
Si mi nohéroe hubiera leído a Kafka entendería por qué no sirvieron de nada el mástil, las cadenas y la cera, lo veo ahora desnudo flotando en medio del ponto ¿existe algo más indefenso que un hombre en medio del mar? Pero mi personaje no escuchó nunca canto alguno, jamás en su vida había estado tan confundido, le han quitado la belleza a su muerte, por supuesto que no sabe que una sirena usó su arma secreta con él, quizás lo hizo ella porque se enamoró del marinero, quizás sólo quiere matarlo personalmente, comérselo o sólo verlo morir ahogado, imposible conocer sus intenciones, eso ni yo lo sé y es por eso que temo tanto de las sirenas, son tan impredecibles y temperamentales como Poseidón, en el mejor de los casos el marinero es tomado prisionero por alguna hermosa sirena que se enamora de él y desea tener hijos suyos, este amor es siempre frustrado por la fisionomía humana y sirenesca; en la mayoría de los casos el hombre muere ahogado casi de inmediato y las sirenas lo miran morir, él tiene un destello de la belleza de puede crear Poseidón cuando está de buen humor y después exhala el psyxé y muere. De cualquier manera, el marinero nunca gana.
Además de todo aquello a mi estimado marinero podría pasarle cualquier cosa, la región del Mar de Rodas por el que flota a la deriva es conocida por ser el último pedazo del mundo heleno conocido a la fecha, más al oriente se encuentra Fenicia, pero eso él no lo sabe, a él le han enseñado que es la entrada al Hades...Podría alguna diosa o musa interceder por él, podría la misma sirena condolerse del triste marino que sin darse cuenta ya saltó a su red y no se arrepiente, sólo espera.
Mi historia es por eso muy distinta y su final, aunque todavía no escrito, pinta muy mal para mi personaje principal, un simple y pobre marinero, un marinero que busca fortuna y aventura, un marin que quizás en sus años mozos jugó demasiado con las temibles gemelas Locura y Muerte pero que aún conserva algo de buen sino y salud. Salió de Eubea hace poco más de un año, es aún joven y decidió hacerse a la mar por amor y pobreza, el muy ingenuo piensa que en el mar se hará de riquezas y después podrá volver a Eubea a desposar a cualquier dama.
Si volvemos al marcador esté sería sirenas mil, marineros cero, esto lo sabe perfectamente mi marinero, Morfeo no le ha sido indulgente y por las noches le es muy difícil conciliar el sueño, razón por la cual le es cara la mar, el arrullo de Océano y las historias de Homero y Hesíodo contadas por los viejos siempre han menguado su insomnio, en dichos relatos el marinero ha escuchado del Escila y Carbidis, de la Hydra de Lerma y de las terribles sirenas, aquellas "criaturas de largos cabellos ondulados como las olas, de cara de luna y de senos admirables y redondos y duros cual guijarros marinos", conocía la astucia de Odiseo con sus oídos encerados, ha mantenido los ojos abiertos ante el mar, siempre negro el ponto euxino recorre las cícladas de Oeste a Este, quiere llegar a Anatolía o Creta, ricas en oro, queridas por Hades.
Mi marinero no es un hombre prudente, mucho menos culto, desconoce los ritos sagrados y reniega de sus ancestros, carece de fe. A mi marinero le cuesta mucho trabajo creer en cualquier cosa y desea verlo todo por sí mismo, de vez en cuando siente que lo sabe todo, iluso.
Dentro de las infinitas cosas que mi marinero desconoce hay un texto de Kafka llamado "El Silencio de Las Sirenas" y no tiene por qué, fué escrito dos mil años después de su muerte.Yo por el contrario siempre he profesado predilección por dicho autor y por ése escrito en particular (como puede apreciarse en éste post). En dicho texto Franz Kafka describe "el arma terrible de las sirenas", su silencio, si mi marinero hubiese conocido dicha obra sabría que no hay salvación, que si te encuentra una sirena vas a caer sea como sea, que sus cadenas, su mástil y su cera son inútiles, también lo es rezar.
Si mi nohéroe hubiera leído a Kafka entendería por qué no sirvieron de nada el mástil, las cadenas y la cera, lo veo ahora desnudo flotando en medio del ponto ¿existe algo más indefenso que un hombre en medio del mar? Pero mi personaje no escuchó nunca canto alguno, jamás en su vida había estado tan confundido, le han quitado la belleza a su muerte, por supuesto que no sabe que una sirena usó su arma secreta con él, quizás lo hizo ella porque se enamoró del marinero, quizás sólo quiere matarlo personalmente, comérselo o sólo verlo morir ahogado, imposible conocer sus intenciones, eso ni yo lo sé y es por eso que temo tanto de las sirenas, son tan impredecibles y temperamentales como Poseidón, en el mejor de los casos el marinero es tomado prisionero por alguna hermosa sirena que se enamora de él y desea tener hijos suyos, este amor es siempre frustrado por la fisionomía humana y sirenesca; en la mayoría de los casos el hombre muere ahogado casi de inmediato y las sirenas lo miran morir, él tiene un destello de la belleza de puede crear Poseidón cuando está de buen humor y después exhala el psyxé y muere. De cualquier manera, el marinero nunca gana.
Además de todo aquello a mi estimado marinero podría pasarle cualquier cosa, la región del Mar de Rodas por el que flota a la deriva es conocida por ser el último pedazo del mundo heleno conocido a la fecha, más al oriente se encuentra Fenicia, pero eso él no lo sabe, a él le han enseñado que es la entrada al Hades...Podría alguna diosa o musa interceder por él, podría la misma sirena condolerse del triste marino que sin darse cuenta ya saltó a su red y no se arrepiente, sólo espera.
5 comentarios:
Ese marinero debió ser nerd y dejar que una bella sirena asome frente a él sus curvas tan fínamente pronunciadas sin jalarlo al lago subterráneo a sufrir entre almas miserables.
Seňor K., qué bonito post, Odiseo fue un valiente y su mujer más, Odiseo está en todos los marineros, en todos los machines. Gracias por la foto tan pero tan bonita pero tan preciosa pero tan delicada y tan apoyadora de nerds.
Siempre es un gusto para mi leerle, pero hoy me ha provocado mayor placer. Un post genial!
Saludos desde gayola!
NO se si lo leí o lo soñé pero alguien había encontrado el modo de no caer en el encanto de las sirenas. No era atandose al mastil o cn cera en los oidos. Era más bien un asunto de convicción personal. Uno entendía a la sirena y por lo tanto, ya reducida a un mero fenómeno, podía desdeñarla si quería. Era una cosa así. O eso elaboro ahora, que es lo más probable fue ahce mucho, cuando leí el viejo y el mar que no tiene sirenas ¡o si? Bueno el caso es que si te ataca una sirena ya sabes como eludirla y si no es esa tu voluntaed, ya sabes como acercarte a la muerte con la convicción de quien ha decidido no estar vivo. Chale, me afecta la madrugada.
Este texto es brillante, tanto que no pude dejar un comentario cuando lo leí, y no quería sonar muy mamador... asi que me abstuve de comentar... hoy lo reeleo, y digo, a final de cuentas soy un "fans" del George, digamolos lo grandioso que me parecio el texto, sin importar lo mamador que me escuche... bien redactado, que buena trama. Y sobre todo, que bien sustentado el mito de las sirenas.
Pues al igual que tu marino, todos tenemos nuestras propias sirenas, tan llenas de seducción mortal, que irremediablemente algún día caemos presa de sus mortales encantos. La cuestión es dejarse matar en un remolino de felicidad o tener que ponernos los tapones de la razón y el discernimiento y pasar de largo. Esa es una dificil decisión...
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