martes, julio 22, 2008

Jácara

Algunas veces, la mayoría, sucede que cuando termino un cuento o un poema y lo vuelvo a leer, me arrepiento tanto de haberlo escrito, cada letra me parece un aguijón contra mi ego, encuentro el texto aborrecible y me dan ganas de pedirle perdón a la humanidad por haber creado semejante abominación. Estos renglones no están exentos de este sentimiento, más me precio de saber que son quizás los más sinceros que he escrito en mucho tiempo.