I Tried Too Hard

Son las cinco doce de la mañana, no he dormido un segundo de la noche entera, hace apenas treinta minutos me resigné a ir al trabajo “en vivo”, me tomó otros veinte convencerme de que si no iba a dormir, debía al menos escribir algo, cinco minutos más en una meada, otros cinco en pensar con qué palabra comenzar, con qué letra? (S) et voilá.

Lo más difícil siempre es empezar a escribir, al menos en mi caso es casi una pesadilla, la idea de la historia o el ensayo o la crónica o lo que sea está siempre ya en mi cabeza, pero encontrar la palabra y la letra con cuál empezar es una faena, es como salir a cazar leones o tratar de echar a andar un jeep viejo en arena movediza; eso en los mejores casos, en los casos emocionantes, pero puede volverse tan tedioso como pescar pez vela o excavar una ciudad antigua, ambos con sus deliciosas recompensas, enormes, pero después de una larga y tediosa espera.
Por eso, después de empezar con la letra S y con la hora, es más sencillo intentar describir mi vida reciente.

Pero ahora comienzo a pensar que no habrá tiempo de contarlo todo en los veinte minutos que me quedan antes de darme un baño, desayunar y salir rumbo a Tlalnepantla, pero ya no desde el metro Puebla (donde antes vivía) sino de Reforma, diez min. al metro Auditorio y de ahí a El Rosario, luego un camión-cuyo nombre no recuerdo-y luego caminar, confío en que la caminata hoy no será tan larga como la semana pasada, que fue mi primer día también espero que la caminata hoy no sea bajo la lluvia, como aquella vez, que cayó el aguacero más largo y fuerte que he visto tan temprano en mis veintiún años de vivir en la ciudad.

Cinco treinta y seis, catorce minutos antes de que suene el despertador, quisiera poder subir esto al blog ahora mismo pero el módem del departamento está chafeando durísimo, quisiera poderme quejar con el casero pero está en la cárcel.